Increíble.
Obviamente le dije que sí. “Sabía que lo conocías. Jesús era una persona formidable…”, completó el señor. Y luego me dijo por qué Jesús es importante y empezamos a hablar de Aquel que me puso en su camino. Al llegar a donde debía estar, me presentó como “su hijo” (algo normal en la cultura de aquí) y nos despedimos. Pude volver a verlo en otra ocasión y volvimos a tener una gran conversación.
Servir a Dios nos trae sorpresas increíbles. Son experiencias que no podemos olvidar jamás, incluso en lugares de difícil acceso, donde hay muchos obstáculos, como aquí en el norte de África.
Sin embargo, mientras caminamos con Él, Dios mismo nos muestra personas para las cuales podemos ser luz. Durante estos casi 8 años de servicio para Él y las personas aquí, estamos profundamente agradecidos a Dios por cada “encuentro” único, cada conversación sobre el cielo, cada sonrisa, apretón de manos y amistad. Sí, queremos mucho más que “contactos”, queremos amigos, y siendo amigos de ellos podremos mostrarles cómo pueden ser amigos de Dios. ¡Con absoluta certeza, es una misión maravillosa!
Vivimos cerca de muchos monumentos históricos, y cuando nos damos cuenta de cómo vivían los bereberes antes y reconocemos un símbolo de la trinidad en una alfombra bereber, nos lleva a creer que Dios nos ha dejado un camino a seguir para que podamos encontrar personas como este señor. Son jóvenes, niños, estudiantes, empresarios… Sí, gente de nuestro entorno que pueda ver en nosotros al Cristo que anunciamos. Tantas oportunidades, tanta gente y tan poco testimonio de la Luz. Obedezcamos al Maestro y pidamos más trabajadores para la mies. Que Dios nos envíe más gente, para esos norteafricanos que están necesitados de ver la Luz.